¿Saltamos?

Para Ana

 

– ¿Puedo salir?

– Claro, cariño… Inténtalo

– Tengo miedo…

– Es normal, no te preocupes. Yo estaré aquí… A tu lado.

– Pero, ¿y si me caigo?

– Miraré cómo te levantas.

– ¿No me ayudarás?

– ¿Necesitas que te ayude?

– No sé si podré hacerlo sola…

– ¿Necesitas ayuda para respirar?

– ¡Claro que no!

– ¿Entonces…?

– ¿Y si no consigo levantarme?

– Seguiré a tu lado.

– ¿No te irás? ¿No me dejarás sola?

– Nunca estarás sola… Pero no, no me iré.

– ¿Pero por qué no me ayudas? Así podré salir sin miedo.

– No, mi niña… El miedo te acompañará siempre. Es el miedo el que te empujará, el que te hará saltar… Y eres tú quien debe ser la que decida si quiere vivir con ese miedo, quieta, paralizada, aterrorizada… O la que lo deje atrás, pero solo por un instante… porque el miedo contemplará cómo saltas, te observará y verá si te levantas o no. Si lo haces, será el miedo quien de nuevo se pondrá a tu lado para seguir caminando y, llegado el momento, volver a preguntarte: “¿Saltamos?”.

» Y si en algún momento no consigues levantarte, puede que miedos pasados regresen y que los presentes se intensifiquen… Con distintos nombres, con sensaciones contradictorias… Y se irán sentando a tu lado… Uno a uno, poco a poco…

» Pero habrá una diferencia entre ese miedo y el que dejaste arriba… Cada vez que te levantes tendrá un nombre diferente, un color diferente, un olor diferente…

– No me estás ayudando…

– Es posible que lo creas así.

– ¿Pero entonces…?

– Solamente tú puedes hacerlo… Yo estaré a tu lado caminando contigo, junto al miedo.

– ¿No me abandonarás?

– Siempre estaré. Nunca estarás sola si estás contigo misma, ¿no crees? Y ahora… ¿saltamos?