La Biblia del Diablo. La Biblia Negra. El Libro Maldito.
Un monje condenado a morir emparedado. Un libro misterioso consagrado a Satanás… Así se forjó la leyenda del Codex Gigas. El manuscrito más grande del mundo que contiene una Biblia y en su interior hay dibujada una imagen gigantesca del mismo, algo que ninguna otra biblia del mundo tiene. ¿Lo escribieron por orden del Diablo o no?
Si quieréis saber su historia, ya sabéis…
Cuenta la leyenda… (otra frase que siempre he querido decir) que en un monasterio benedictino, uno de sus “monjes negros”, (los de El nombre de la Rosa, sí) incumplió alguna de las estrictas reglas que regían en esa orden. Según quien cuente la leyenda, lo que hizo pudo ser vanidad, no rezar lo suficiente, o practicar el onanismo (qué fina, sí) vete a saber, pero sí fue tan grave como para que su condena fuese ser emparedado vivo. Al monje se le ocurrió una manera (¿?) de que le condonaran la pena, y pensó que escribiendo EN UNA NOCHE la Biblia y hechos históricos acaecidos en su época, pues que sería suficiente. El abad (después de echarse unas risas, seguro) le dijo que adelante, que a la mañana siguiente irían a ver qué tal le había ido y, mientras volvía a su celda, iría buscando cual era la pared más adecuada para emparedar al loco ese.
Nuestro protagonista empezó a escribir, pero según pasaban las horas, y la mano se le agarrotaba, se dio cuenta que la cosa no iba a ser tan fácil (seguro que el abab seguía riéndose en su celda) y pensó (lo de pensar, ya os digo que no era su fuerte) que invocando al diablo, éste le ayudaría a terminarlo en una noche.
Le llamó y Satanás dijo que vale, que venga, peroooo (hasta Belcebú pone peros, para que digáis de mí) que él quería aparecer en el libro (¿le iba ayudar y no iba a salir él? ¡Qué estamos hablando del Diablo!) Ah, y su alma, para el infierno que iba.
Nuestro monje aceptó. Ya que iba a ir al infierno, pues les daba en los morros al abad. Cuando éste llegó a su celda, al día siguiente, se encontró un libro enorme encima de su cama (digo yo que lo dejaría ahí) y el abad tuvo que admitir que había cumplido su parte del trato, dejando sitio en la pared para otro monje díscolo.
Hasta aquí la leyenda… Y ahora los datos reales.
El Codex Gigas (sí, como los gigas de tu pc) en latín, traducido como “Libro Grande”, es un impresionante manuscrito medieval. Mide 90 cm de largo, 50,5 cm de ancho, y 22 cm de grosor. Pesa 75 kilos. Se necesita a dos personas para moverlo.
Es un manuscrito iluminado, es decir, que además de texto tiene miniaturas (dibujos en sus páginas), letras capiteles decoradas (la primera letra más grande y con adornos).
Según los estudios realizados, está escrito por una sola persona (lo habitual eran dos o más) con trazo firme y letra diferente a la usada en otros manuscritos de esa época. El Libro Maldito contiene: La biblia vulgata (en latín), excepto los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis, un texto completo de la Crónica Checa, un texto de curas medicinales, encantamientos mágicos, dos trabajos del historiador judío Flavio Josefo, un calendario, una lista de personas fallecidas (quedaros con este dato) y otros textos.
Una combinación de textos que no se ha encontrado en ningún otro manuscrito.
Tiene 310 hojas de pergamino vitela (620 páginas completas), hechas con la piel de 160 animales, probablemente burros (abstenerse insultarme seguidores de PACMA). Como todo libro maldito que se precie, le faltan cuatro páginas, y (¡cómo no!) la leyenda dice que son páginas en las que se habla del diablo, incluso algunos dicen que son conjuros para invocarle. Se terminó de escribir entre 1204 y 1230. Eso se sabe porque uno de los últimos apuntes que contiene el calendario es al Santo Procopio, canonizado en 1204, y, en sus necrológicas, está apuntada la muerte de rey Otakar I de Bohemia en 1230.
Una de las interpretaciones del Libro Negro dice que comienza en el Génesis, pasa por toda la historia judía, atraviesa el Antiguo Testamento como premonición del Nuevo, recoge todo el saber y la ciencia de cristianos de la época y, por fin, el Juicio Final. Se contraponen dos imágenes, una del Reino de los cielos y otra la del Reino del Infierno, con su Rey en cabeza.
En la página 290 aparece la figura del maligno, y es la clave del Libro del Diablo (ponedle tono diabólico al leerlo, que queda mejor)
Ocupa casi la totalidad de la página, con el fondo vacío y entre dos columnas. Con dos grandes cuernos y garras de cuatro dedos, levantadas hacia arriba. De color verdoso y escamado. Su mirada, directa y heladora. Se percibe una lengua viperina y roja. Sólo lleva una piel de armiño (guiño a la monarquía) que le sirve de saya, y que representa su condición de Rey del Mal. Es la doble página más oscura del libro.
Las páginas siguientes a la de Satanás están dedicadas a conjuros mágicos, más concretamente, se cree que son exorcismos. Pero valorar su contenido (volvemos a los peros, sí), se lo dejo a los expertos.
En la primera página hay una nota donde se dice que el primer propietario fue el monasterio benedictino Podlažice, en Bohemia (República Checa), aunque es muy poco probable que fuese allí donde se escribiese, ya que es demasiado pequeño y pobre (monjes negros, recordad) , y la creación del manuscrito llevó grandes recursos materiales y humanos. Os lo explico, un poco más tarde.
(En las imágenes, detalles de la primera página del Codex Gigas )
Este monasterio tuvo que venderlo porque se quedó sin recursos (¿en qué se gastaron la pasta? Ni idea). La fama del manuscrito ya había llegado a oídos de otros monasterios, y uno de ellos también benedictinos pero cistercienses, los llamados “monjes blancos”, de Sedlec, se lo compró (estos tenían más pasta). Se dice que lo guardaron cerca de un cementerio consagrado con tierra del Gólgota, donde crucificaron a Jesús. (¿Dónde iba a estar mejor una Biblia que en un cementerio?)
Estos, al cabo de un tiempo, también se arruinaron, porque se desató la peste bubónica y murieron miles de personas. Más de 30.000 cadáveres llenaron las catacumbas, es la Capilla de Sedlec. (Comienza la leyenda negra de la Biblia del Diablo)
Revendieron el manuscrito a otros benedictinos, “monjes negros”, pero del monasterio de Břevnov (para los aficionados a la cerveza, en ese monasterio se hacía una de las cervezas más antiguas de Chequia, la Břevnovský).
Otra guerra amenazó al libro negro (sigue la maldición), las guerras husitas (católicos contra reformistas, ya sabéis a la wiki) y los monjes lo llevaron a Broumov.
En el siglo XV, un tal M. Johannes Frauenberg, ve el libro en el monasterio y escribe una carta desde allí describiendo su contenido. ¿Que cómo se sabe que hizo eso? Pues porque no se le ocurrió otra cosa que dejar su nombre escrito en el Codex Gigas. El contenido del Codex, así como su tamaño y, sobre todo, la presencia del dibujo del Diablo, hizo que muchos laicos, litúrgicos y demás fuesen a verlo, e hicieron lo mismo, dejaron su firma en el manuscrito, convirtiéndolo en un “Libro de visitas”. (¿Pa matarlos? Sí, pa matarlos)
En este punto aparece un viejo amigo de mis historias, el emperador Rodolfo II, el del Código Voynich. Como sabéis, quienes han leído mi entrada (ya estáis tardando si no lo habéis hecho), era un coleccionista de libros mágicos, esoterismo, etc, y se encaprichó de él, pidiendo a los monjes que se lo prestasen. Pero cuando los monjes se lo pidieron de vuelta, pues que les dijo eso de: “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita” Os dejo el hilo aquí (Códice Voytonich)
Vale, sí, no dijo eso, pero devolverlo no lo devolvió. Fue uno de los manuscritos que obsesionaron al emperador, al que tocó también la “maldición” del código, y la “melancolía” lo inundó, volviéndose depresivo. Lo tuvo hasta su muerte. Aquí entra en escena, la Reina que fue Rey, o el Rey que fue Reina (sí, un lio de sexos, que puede que algún día os cuente), Cristina de Suecia, ésta “tomaba prestados” los libros de todos los lugares que invadía, para conseguir aumentar su biblioteca. Después de la Guerra de los 30 años, sus soldados guardaron la Biblia del Diablo en un gigantesco baúl e inician un recorrido de 1.500 km. para llevarlo como recuerdo hasta su reina (lo de llevarse imanes para la nevera todavía no se estilaba). Lo tuvo durante 10 años como el mayor tesoro de su Biblioteca.
La reina se convirtió al catolicismo, abdicó y se largó a Roma. Se llevó todos sus libros, menos uno. Exacto, el Libro Maldito (algo se olería…). El libro se quedó en el castillo y una noche, 50 años después, así como quien no quiere la cosa, y el mismo día que muere el Rey, se declara un incendio. Se dice que un criado lo tiró por una ventana para protegerlo de las llamas (gran idea, sí señor), y que le dio a alguien que pasaba por allí. El libro quedó maltrecho. ¿El hombre? ¿Y a quién le importa el hombre? Aquí el importante es nuestro libro.
Los bomberos reales, como no consiguieron apagar el incendio y el castillo se destruyó, fueron condenados a torturas (sí, también se le achaca al Libro Negro)
De allí lo llevaron, finalmente, a la Biblioteca Nacional de Suecia, donde está expuesto en la actualidad.
Se restauró en 1819
Veamos ahora si la leyenda puede ser real.
¿Se pudo escribir el Libro del Diablo en una noche? Pues he aquí lo que dicen los expertos:
La mayoría dice que es técnicamente imposible escribir 620 páginas completas de ese tamaño en una noche.
Son 620 páginas con dos columnas de 106 líneas cada una. El calígrafo, Michael Gullick, estudió la caligrafía y comprobó que se tardan 20 segundos en escribir una línea, sin parar, una columna 30 minutos, una página en una hora. Pongamos que quien lo escribiese trabajase en el Libro Negro 6 horas por día, durante 6 días a la semana, esto le hubiera supuesto 5 años de trabajo. Si en realidad era un monje, tendría otras obligaciones (rezar, comer, rezar, dormir, rezar…) y reduciría su tiempo a unas 3 horas de trabajo, eso duplicaría el tiempo para acabarlo, 10 años.
Si tenemos en cuenta que está decorado, y que antes hay que hacer los pergaminos de ese tamaño, además del punteado y las líneas para que el texto fuese recto (lo de hacer líneas en un folio en blanco no es cosa nuestra, que ya está to inventado) pues el tiempo sube a 20 o 30 años de trabajo.
Aunque algunos investigadores afirman que el estudio de la tinta con la que fue hecho, insectos machachados (argggggg), dice que se tuvo que hacer entre 24 y 72 horas. (¿Flash?)
Tenéis que tener en cuenta que si lo hizo una sola persona estaría de 20 a 30 años escribiendo, con enfermedades, envejecimiento, atrofia muscular, etc, pero no hay errores apreciables en la forma de escribir. Siempre se mantiene firme y segura. No se ha encontrado ninguna otra obra del mismo escritor.
El mismo calígrafo afirma que estudiando la forma, ángulo, profundidad, etc de la escritura se puede afirmar que es obra de una sola persona.
Pero no seré yo quien diga si pudo hacerse así o no, os lo dejo a vuestra elección.
¿Os acordáis de la lista de personas muertas? (Os he dicho que estuvieseis al loro, gualtrapas) En esa lista aparece un nombre, “Inclusus Hermasnus monachus”, Herman, monje recluido o recluso, dependiendo de quién lo traduzca. Esa ambigüedad en la traducción, recluido por recluso, es posible que diese pie a la leyenda del monje condenado y que, en realidad, fuese un monje que había decidido quedarse en la celda, haciendo penitencia, copiando el Codex (cosas más raras se han visto). Este monje sería, en principio, el autor. Pero como os digo es sólo una teoría.
Ha sido digitalizado para que cualquiera pueda acceder a él.
Sea un monje penitente o no, lo hiciese en una noche o no, se lo ordenase el mismísimo Principe de las Tinieblas en una noche de borrachera o la Virgen Santísima, el Codex Gigas merece ser conocido como “La octava maravilla del mundo” tal y como se le declaró en su época.
Y hasta aquí el primer hilo, salido de La Rueca. Espero que os haya gustado. Hasta la próxima…
Nota: Las fotografías del Codex Gigas están extraídas directamente de la edición digitalizada.
¡Uau!
Me gustan los hilos que salen de la Rueca, habrá que tejerlos. Me encanta😃