Un día también me encerrarán a mí

En 2020 se cumplieron 50 años de la concesión del Nobel de Literatura a Aleksandr Solzhenitsyn, quien diera a conocer al mundo los horrores internos de la Unión Soviética. Leer su obra Archipiélago Gulag significó un antes y un después en mi vision del mundo…

La frase llegó una fría tarde de noviembre, con una tímida lluvia de otoño cayendo mánsamente más allá de la ventana, siempre abierta: Glavnoe Upravlenie Laguerei. Gulag. Los campos de concentración soviéticos.

Allí estaba yo, ajeno al frío, ignorante del agua que se introducía furtivamente por la ventana, atrapado para siempre por el testimonio crudo, desgarrado y terrible de la gran cárcel que había creado Stalin en la URSS.

Un testigo directo de aquel horror, Alexander Solzhenitsin, había tirado una botella al mar de Occidente, cual náufrago, con el mensaje dentro: Archipiélago Gulag. El mundo debía conocer lo que se fraguaba tras los altos muros del Telón de Acero. Y había que hacerlo tal cual, porque jamás podría esperar que los occidentales que visitaban la URSS encontraran en ella nada censurable en el ejemplar collage del paraíso socialista soviético, donde la revolución había hecho a todo el mundo, al fin, libre. O eso venían contando los mismos occidentales que encontraban rollizos a los ucranianos en plena hambruna. Todo lo más, aparecería un Malraux que escribiría en otras Antimémories una fabulosa conversación intelectual con Stalin, tal y como la escribió de la que tuvo con Mao. Aunque luego todo fuese mentira.

La realidad de la URSS había que escribirla mostrando las caravanas de esclavos, el flujo continuo de prisioneros, los campos de concentración, los trabajos forzados… Y, también, a todos aquellos obreros, luchadores antifascistas, intelectuales o comunistas convencidos que pasaron por la Lubianka, cuartel general del KGB, con destino al infierno.

Una frase de la niña Vania Levitski, sirva como resumen: “Toda persona honrada tiene que pasar por la cárcel. Ahora está papá, cuando yo sea mayor también me encerrarán a mí”.

 

BSO: Until the end of the world / U2

2 respuestas a «Un día también me encerrarán a mí»

  1. Tuve una experiencia millar cuando me enfrente a «Archipiélago Gulag». El libro supuso una conmoción en la progresía de la época an proclive a los «apellidos» del comunismo
    Uno tenía que ser comunista si, pero había donde elegir: stalinista, leninista, maoísta…
    Yo elegí ser soshenylista.
    Me granjeó las burlas de mis compañeros. Y una inmensa paz.
    Gracias por recordarlo.

  2. Gracias por el comentario. Hay libros que son una bofetada de realidad. Estoy seguro de que hoy en día no se lo hubieran publicado, pero en su momento nos sirvió para poner las cosas ideológicas en su sitio. Saludos

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