¿Un anillo para unirlos a todos? No. Una moneda: el axarco.
La idea de poner en circulación en la comarca de la Axarquía (Málaga) una moneda social -aquella que sólo se usa a nivel local junto con la moneda nacional- surgió de Antonio Gámez Burgos, en 1988.
Un veleño licenciado en Bioquímica, amante de la historia andaluza, en especial de la época musulmana. Lector incansable, conocía la existencia del axarco, cuando Az-Zaghall, el Zagal, tío de Boabdil y penúltimo rey de la dinastía nazarí de Granada, concedió a la comarca el derecho a acuñar su propia moneda, debido, sobre todo, a la gran inflación que las guerras internas estaban provocando en el reino, y para premiar a la comarca por su lealtad en dichas guerras, que, finalmente, precipitaron la caída del reino de Granada. El axarco estuvo en circulación de 1480 a 1490.
Gámez, autoapodado el Said de la Alquería del Gamal, quiso aunar en ella el gran sentimiento comarcal que existía, consiguiendo que los comercios locales la usaran como pagarés, aceptándola los axárquicos inmediatamente. Tal fue su calado que ni la llegada del euro pudo con ella, convirtiéndose en un objeto muy apreciado entre los coleccionistas numismáticos, pero, sobre todo, entre los habitantes de la Axarquía, que las guardan como recuerdo, sin realizar su cambio en euros o, en su momento, en pesetas.
Antonio Gámez se reunió con la Caja de Ahorros Provincial de Málaga para que participara en esta operación. En 1988, abrió la cuenta número 2.000 donde depositó el equivalente en pesetas de los axarcos emitidos para permitir el cambio y la circulación de la moneda en la Axarquía, inicialmente 10.000 pesetas. Más adelante lo incrementó a 300.000 o 400.000 pesetas. “Dos sueldos de los que yo tenía como profesor de instituto”, dijo en una entrevista. No quiso acuñar muchas monedas porque, según Gámez, perdería la magia que la envolvía. “No existe país ni reino sin su propia moneda. La cantidad de axarcos que se acuñan suele ser discreta, para que no pierda su encanto porque si hacemos demasiadas, pierde ese toque de misterio que la envuelve”
Eligió Motril como lugar donde acuñar el axarco; no quería que saliera del reino nazarí. “Para mí, hay dos Andalucías: la de Granada, Almería y Málaga, y el resto», apuntaba Gamez.
Cedió al Ayuntamiento de Benamocarra toda la documentación que recopiló para la creación de los axarcos y que sirvieran de patrimonio cultural a los alumnos de la comarca, en especial a los de Benamocarra. Gamez fue profesor del instituto durante más de 10 años. Deseaba que le dieran “lustre y gran explendor” al pueblo de Benamocarra.
Los primeros axarcos salieron en papel moneda, el 21 de marzo de 1988, por ser la fecha de la célebre batalla de la Ajarquía, y que se convirtió en el Día de la Axarquía. Un axarco valía 100 pesetas, y se emitieron billetes de 5 y 10 axarcos. Las fracciones eran los axarquillos que equivalían a 10 pesetas, y había billetes de 5 axarquillos.
Los billetes, diseñados por Gámez, tienen en el anverso la imagen de Ibn al-Baitar, un botánico y alquimista que vivió durante el siglo XIII, que trajo los cítricos a la comarca de la Axarquía. En el reverso la figura del rey Felipe II, cuyo reinado estuvo marcado por “la rebelión de los moriscos”, que tuvo especial incidencia en Frigiliana y toda la sierra axárquica.
El pintor Antonio Belda eligió como modelo de Ibn al-Baitar a Antonio Molina, dueño de bar El Oasis, que trabajó arduamente para la promoción de estas monedas. Todos los billetes están firmados a mano (con un bolígrafo del color del billete) por Antonio Gámez, para evitar su falsificación.
Las monedas se empezaron a emitir el 12 de marzo de 1989. Al estar hechas de plata tienen valor por sí mismas. La más grande pesa 20 gramos, seguida de otra de 10 gr. y los axarquillos de 4 gramos. Más adelante se emitieron monedas de cobre, cuyo peso es de 16, 9 y 3,5 gramos.
En el anverso la figura de Ibn al-Baitar, y en el reverso, el sol, las uvas y el mar.
También se han emitido colecciones de oro, muy valoradas y buscadas por los coleccionistas.
Antonio Gamez falleció en 2007 sin poder ser testigo del homenaje que los habitantes de la Axarquía le hicieron en agradecimiento a la gran labor cultural que realizó, inaugurándose en Vélez-Málaga una calle con su nombre, el 8 de julio de 2009.
“Ajarquicos: Recordad a los hijos de vuestros hijos que en esta batalla venció la virtud de nuestra estirpe sobre la ambición de nuestros enemigos”, frase que se puede leer en un mosaico en la antigua muralla árabe de Vélez-Málaga, en referencia a la batalla de la Ajarquía.
